La importancia de transmitir valores a través de la lectura

Gracias a la lectura, muchos valores pueden transmitirse de padres a hijos.

Leer es mucho más que un placer. Adentrarse en las páginas de una obra conlleva sumergirse en una realidad concreta y que, por supuesto, se ajusta a la visión del autor. No hay novela, poemario, e incluso manual de formación que no lleve aparejado una serie de valores. Ya sea de forma intencionada o indirecta, todo escritor transmite a sus lectores varios puntos de vista que pueden hacer que este reflexione.

Hay que recordar que el libro forma parte de la riqueza cultural de una sociedad y que, de esta forma, se posiciona como un elemento dinamizador de la misma. Un producto que puede servir para que el lector reflexione sobre sus propios valores y se plantee un nuevo punto de vista mucho más integrador.

En definitiva, el libro puede ser un buen instrumento de cambio social. Un espacio para aprender nuevos valores y cuestionarse los que hasta ahora se han defendido. ¿Te has planteado alguna vez si más allá de la historia que lees, puedes aprender alguna lección? Si es así, te invitamos a seguir adelante.

De la novela al cuento

Como ya hemos dicho, todo libro es susceptible de convertirse en un transmisor de valores. Y cuando decimos que toda obra puede serlo, nos referimos a todo género. Desde la novela, hasta el cuento. En toda página hay una lección que podemos aprender y que puede servirnos para que conozcamos una realidad distinta a la que hasta ahora habíamos asumido como única.

El caso más evidente es el cuento. Estas obras infantiles permiten que el niño entienda parte de su realidad, o aprenda a distinguir entre valores buenos y malos. Clásicos como Caperucita Roja recuerdan a los más pequeños cuán importante es no confiar en desconocidos, o si nos referimos a Pinocho, el mensaje está claro: mentir puede tener consecuencias muy negativas.

¿Por qué no aprovechar el cuento para transmitir valores que ayuden a que los niños comprendan la sociedad en la que viven? El S.XXI se traduce en una población heterogénea, donde personas muy distintas entre sí conviven. Una situación que puede derivar en el miedo a lo desconocido y, por tanto, en la discriminación de aquel que no es como nosotros. Inculcar la importancia de la empatía y el respeto a las nuevas generaciones se convierte en algo básico, y el cuento es un buen instrumento para ello.

Y, si piensas que como adulto no puedes aprender nuevos valores, te equivocas. La novela también es un espacio para reflexionar. Obras como Pobres conquistadores permiten que el lector se pregunte si la idea de héroe que hasta ahora tenía como prototípica  es la correcta. Esta obra nos plantea un protagonista LGTB que es capaz de enfrentarse a los mismos retos que el arquetipo mantenido tradicionalmente.

Espacio para debate y reflexión

Siguiendo con la concepción de cuento como instrumento para transmitir valores a las generaciones más jóvenes, este género también puede servir como espacio para el debate y la reflexión.  Obras como Clara, mami y mamá plantean a los más pequeños de la casa una historia protagonizada por una familia homomarental, es decir, una niña con dos mamás.

A lo largo de estas páginas padres e hijos asistirán a una reflexión sobre el verdadero significado de la familia qué es lo que de verdad define este concepto. Una lectura que puede dar lugar a un debate entre todos, como por ejemplo preguntar a los más pequeños si en su clase hay algún compañero que conviva en un hogar similar al de Clara.

Javier González García, doctor en Educación por la Universidad de Burgos, reflexiona sobre este papel del cuento como generador de debate en uno de sus textos. “La enseñanza y el aprendizaje son entendidos como un proceso de comunicación, donde el estilo de interacción del docente influye en la adquisición de significados del niño (…). La conversación, como elaboración de la información, es un instrumento que estructura ideas en el entorno cercano, abstracciones que más tarde pueden tomar cuerpo en otros formatos de expresión. Y la literatura infantil es muy útil para establecer una discusión, especialmente en la etapa prelectora.”

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